Escaparse a Marrakech en pleno invierno es el mejor planazo que te puedas imaginar… Nos fuimos cuando aquí hacía un frío que pelaba. Cuando nos rodeaban nevadas en todos los puntos cardinales de la península e incluso en nuestro jardín, y llegamos allí con un sol espléndido y una temperatura de 22 grados a la sombra e incluso algún día 25… A mí eso ya me puede… Pero, si además le añades que a dos horas escasas de avión llegas a otro mundo totalmente diferente, imagínate el plan… Parece que has cruzado medio mundo, cuando lo único que atraviesas es el Estrecho de Gibraltar… 14 escasos kilómetros que separan geográficamente un mundo de otro. De la ciudad encantada unos kilometros más…
Nosotros nos escapamos 4 días de febrero, aprovechando un parón de cinco días sin cole que además coincidían con la «mayoría de edad» de Claudia, mi hija mayor. Así que no había excusas…
Marrakech es una de las ciudades más importantes de Marruecos, tiene un millón y medio de habitantes y está al sur del país. A los pies del Atlas, a 466 metros de altitud.
A Marrakech se la conoce como la ciudad de los 360 días de sol…
Coloquialmente esta ciudad es apodada «La Ciudad Roja», por el color de sus edificaciones.
Fue fundada en 1062 por Youssef Ibn Tachfin, un jefe de los Almorávides y se convirtió en una de las ciudades más importantes del Islam medieval.
Sin duda, para conocer la vida de esta ciudad, es imprescindible la visita a la Plaza de Yamaa el Fna. Esta caótica plaza es el corazón y el alma de Marrakech. Desde por la mañana encontrarás música y encantadores de serpientes. Pero es al caer la tarde, cuando la plaza se convierte en el mayor espectáculo del mundo… Músicos callejeros, acróbatas, contadores de cuentos, mujeres que te tatúan con henna… A la vez que decenas de tenderos empiezan a montar sus puestos de comida callejera que desmontarán, de nuevo, a altas horas de la madrugada, para volver mañana…
- DÍA 1:
Nosotros llegamos sobre las 15 pm. Una vez que nos registramos en el hotel nos fuimos caminando hacia la Medina. Nos alojábamos a 10 minutos escasos andando.
La Medina de Marrakech fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1985.
Rodeados de la algarabía y esquivando caballos, motos, bicicletas, coches y calesas llegamos a los Jardines de la Kutubía (Koutoubia). Un precioso jardín lleno de palmeras y naranjos, desde donde se puede ver la preciosa Mezquita de la Kutubía, parecidísima a nuestra Giralda de Sevilla (a la que sirvió de modelo) y posiblemente el edificio más emblemático de la ciudad.
Esta Mezquita debe su nombre al zoco de los libreros que instalaban sus puestos junto a sus puertas.
Pudimos ver la Mezquita desde fuera, no se permite la entrada si no eres musulmán. Seguimos caminando por varios callejones de la Medina hasta llegar a la grandiosa plaza de Yamaa el Fna.
Después de dar una vuelta por la plaza, contemplando el espectáculo nos fuimos a tomar un piscolabis a una de las pastelerías más famosas de la ciudad: Pâtisserie des Princes (32 Rue Bab Agnaou), con una clara influencia francesa, donde todo estaba muy, muy rico…
Después, al atardecer, volveríamos hacia la plaza para adentrarnos ya en los zocos, que, claro está, visitamos varias veces en nuestro viaje…
De vuelta ya al hotel, cenamos en un restaurante típico marroquí donde estaba todo muy bueno. Entre otras cosas, pedimos el típico tajín de pollo al limón y yo la rica pastela también de pollo, llena de especias… Una delicia.
- DÍA 2:
Al día siguiente volveríamos hacia la Medina, a atravesar sus murallas rojas construidas en adobe, que cambian del ocre dorado al rojo intenso, dependiendo de la luz del día. Contrastando con un cielo siempre azul y el verde de los naranjos, las palmeras y demás plantas.
De la Mezquita de Kutubía nos fuimos hacia La Kasbah y las calles Riad Zitoum, donde encontraremos suntuosos palacios de antiguos pachas y sultanes. Visitamos el Palacio de la Bahía: ( Rue Riad Zitoun el-Jedid) este palacio del siglo XIX, fue construido por Si Moussa, gran visir del sultán, con la intención de ser el palacio más grande de todos los tiempos. Se quería capturar la esencia de los estilos islámico y marroquí. Aquí podemos contemplar los techos de madera pintada.
El palacio se construyó para disfrute personal del sultán y tendría el nombre de una de sus esposas. El harén incluye un gran patio con estanque central, rodeado de salones y habitaciones que serían los lugares donde estarían las concubinas.
Visita obligada también son las Tumbas saadíes: (Rue de la Kasbah) el sultán Al-Mansur se encargó de que su tumba tuviera todo tipo de lujos y detalles. Mandó construir un mausoleo en la Sala de los Doce Pilares con mármol de Carrara, oro y mosaicos… en el centro su tumba. Alrededor de él, más pequeñas, las de sus familiares.
En el patio un lugar destacado para su madre y en el jardín todo aquel que no fuera príncipe, familia real y cancilleres.
Una vez visitado el mausoleo aprovechamos para dar una vuelta por los callejones de la Kasbah. visitamos un local de productos marroquíes y venta de especias, tés y alguna cosa de artesanía.
También visitamos un herbolario: Herboristerie Bab Agnaou (1 entrée Bab Agnaou Quartier). Allí, uno de los encargados nos habló de sus productos estrella, como son el conocidísimo Aceite de Argán para piel,cabello y uñas…, otros aceites vegetales y esencias como el de Azahar, contra el dolor de cabeza, stress, nervios o insomnio. O el de Arnica, contra el reuma y dolores musculares.
Nos enseñó y animó a comprar, claro, las especias más típicas:
Ras el Hanout, mezcla de muchas de ellas, que sirve para aderezar todo tipo de carne y verduras.
Cuatro especias: mezcla de cardamomo, nuez moscada, jengibre y cilantro. Recomendada para pescados, mariscos y ensaladas.
Comino: para carne y verduras. Y excelente medicina contra los dolores de estómago.
Azafrán: condimento para arroz y pollo…
Canela…
Yo compré todas… lo admito! Ya os iré contando según las vaya utilizando…
También compramos el aceite de Argán, el de Azahar para el insomnio de Clau, el Té a la menta, una crema contra el acné y otra anti arrugas y anteojeras, la caña vaya…
Comimos de nuevo en un restaurante típico en la zona, para visitar después una mansión en la Medina del siglo XIX que en su día fue el hogar de Si Said (Derb Si Said), hermano del visir Bou Ahmed. Este palacete tiene muchas similitudes con el palacio de la Bahía, pero fue construido a mucha menor escala. Hoy alberga en su interior también el Museo de Artes Marroquíes donde podemos ver objetos de la vida cotidiana marroquí de aquellos años, bordados bereberes y tejidos tuaregs. Además de un púlpito de mezquita de madera tallada… También vimos joyas bereberes, armamento del siglo XIX y recipientes de cerámica de Fez.
Desde aquí volvimos paseando hacia la Plaza de Yamaa el Fna. En el paseo atravesamos de nuevo los zocos hasta llegar a la céntrica plaza. Llegamos al atardecer, por lo que volvimos a presenciar el montaje de todo el escenario para semejante espectáculo. Subimos a la terraza del Café du Grand Balcon . Un café muy turístico, pero su azotea es el mejor lugar para observar el ambiente de la mítica plaza. Aquí, para acceder a la terraza es obligatorio consumir. Nosotros volvimos a degustar un té moruno, agua mineral y Miranda 🙂
Ese día cenaríamos de nuevo en un restaurante típico: Restaurant Palais Jad Majal (Rue Haroun Errachid, Marrakech 40000)
- DÍA 3:
Al día siguiente nos tocaba jornada de desierto y de montaña. Contratamos unos coches 4X4 (Across Morocco) con conductor que nos recogerían a las 10 de la mañana. Salimos hacia el Desierto de Agafay. Allí haríamos la primera parada en una casa típica en medio de la nada, donde nos invitaron a tomar el té, a conocer sus costumbres y a montar en camello.
Agafay se encuentra a 40 km de Marrakech. No se trata de un desierto de dunas de arena. Se trata de una meseta desierta estéril que se extiende varios kilómetros. Desde allí nos dirigimos hacia los valles de Ourika y Lekad, atravesando varios pueblos a los pies de las altas montañas del Alto Atlas. Parada en el pueblo de Sidi Fares. Continuaríamos el trayecto hacia Tahanaoute, ciudad capital administrativa de la región, centro agrícola y villa bereber en la falda de la montaña, donde se celebra el festival de Haouz, con caballos de fantasía.
Seguimos hacia Asni, a 1150 metros, pueblo también bereber de la provincia de Al-Haouz. En Ouirgane, pararíamos a comer en un albergue impresionante llamado Chez Momo
En el camino vemos como pasamos del paisaje semilunar del desierto a los valles totalmente fértiles y verdes. Plagados de olivos y almendros en flor. Para llegar al albergue, atravesamos caminos de montaña, porque la realidad es que carreteras no eran. Aún así, a pesar del susto, llegar allí mereció todo la pena 😉
Ese hotel rural en medio de las montañas verdes es el paraíso. Nosotros estuvimos allí unas cuantas horas, a media tarde regresaríamos hacia Marrakech.
Descansamos un rato en el hotel y nos dimos una vuelta por la ciudad de noche…
- DÍA 4:
Disfrutamos de las piscinas del hotel y volveríamos a salir a dar una vuelta por la Medina. Paseamos por la zona del Museo de Marrakech y Maison de la Photographie (46 Souq el-Fassi). Al lado también, de uno de los edificios más importantes de la ciudad, que nosotros no pudimos visitar por estar en obras: Madraza de Ben Youssef (P. Ben Youssef). En su día fue el centro de aprendizaje coránico más grande del norte de África. Hoy sigue siendo uno de los ejemplos más espléndidos del arte islámico de la región.
El Palmeral, también merece una visita. Sobre todo cuando el calor aprieta. Se conoce como el pulmón de Marrakech. Situado en el extremo noroeste de la ciudad, es territorio de hoteles y de espléndidas casas de vacaciones. Según la leyenda el origen de este palmeral son los huesos de dátiles que escupieron aquí los soldados bereberes que fundaron la ciudad.
Al día siguiente, con mucha pena, regresaríamos a Madrid. Dejamos atrás una ciudad preciosa, mágica encantada. Con gente hospitalaria, servicial y encantadora. Un viaje que merece la pena hacer si tenéis un hueco en vuestra agenda de 3-4 días.
Ahora, que las vacaciones de Semana Santa están a la vuelta de la esquina, yo sinceramente me lo pensaría… El principio de la primavera sigue siendo una época perfecta para visitar esta preciosa ciudad. A partir de mayo la cosa se complica, el calor que hace es realmente insoportable.
Siempre os digo que no soy una guía de viaje. Solo comparto lo que me gusta o llama mi atención en mis viajes. Espero que os pueda servir de alguna ayuda…
Aprovecho este post para recordaros una de mis recetas marroquí favorita, que publiqué hace tiempo en el blog Pastela de pollo marroquí
Gracias, como siempre, por seguir la luz del Faro de Caramelo…
Mmmmm…!
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